Al principio nadie creyó al tipo gordo y llorica del telediario, pero después todo cobró sentido cuando pusieron imágenes de la Tierra, y a partir de ahí, estalló el caos. Las personas que habían escuchado la noticia en el trabajo, estallaron en lágrimas tras un periodo de silencio; otras optaron por el suicidio. Los niños que estaban en el colegio miraron a su profesor sin saber qué hacer o qué decir. Y los ancianos simplemente dijeron un "lo sabía".
Los cinco años de prórroga habían pasado lento para unos, rápidos para otros, y ahora sólo quedaban escasas horas antes de que la Tierra se sumiera en una profunda oscuridad, a causa de la explosión del núcleo central de la tierra, provocado por los constantes ataques que había provocado la humanidad. Y ahora, los pocos habitantes de la Tierra estaban en sus respectivas casas con sus seres queridos; todos menos Geo.
Georgia, o como le gustasen que la llamaran, Geo, era el tipo de chica que amaba a la soledad y hacía cualquier cosa sin importar lo que dijeran los demás, como todos esos tatuajes que tenía decorando su piel. Por eso no le importó cortar con su novio de toda la vida cuando se enteró de que la Tierra se iba a la mierda.
_ Pero Geo, si sólo nos queda cinco años de existencia, ¿no será mejor pasarlo juntos?_ Le suplicó Tom una última vez.
_ Por eso mismo, porque necesito estar sla mis últimos cinco años. Adiós.
Y esa fue la última vez que Geo vio a su novio. Y ahora, esa última conversación que mantuvo con Tom flotaba en su mente mientras se dirigía a su pequeño y destartalado apartamento, cuando comenzó a llover. La lluvia no le molestaba, es más le encantaba; por eso la disfrutó y se sintió como una actriz en una película romántica al notarla sobre su piel, aún sabiendo que si permanecía expuesta tanto tiempo, acabaría por tener algún tipo de enfermedad debido a la alta toxicidad del agua.
Abrió con cierta dificultad la puerta de su casa y se quitó la ropa mojada, quedándose con la ropa interior, con la máscara que utilizaba para no respirar los aires tóxicos y con sus viejas botas. Total, a la Tierra sólo le quedaba escasas horas según el telediario, y que más daría morir en ropa interior. Rebuscó entre sus coas y encontró un cigarro, pero no un mechero. Bufó molesta, ¿acaso no podría cumplir su último deseo antes de morir?. Con cierta impaciencia, comenzó a buscar entre sus cosas el ansiado objeto.
Geo era demasiado desordenada; tanto, que aún tenía en la mesa los restos de su almuerzo e incluso un poco de vino permanecía derramado en el suelo. Pero aún a pesar del desorden, podía encontrarse toda clase de objetos curiosos, como una lechuza disecada, cráneos, libros de cualquier clase, dinero que ya no se utilizaba y algún que otro vinilo. Eran objetos abandonado que había encontrado por la calle después del gran saqueo que sufrieron los supermercados, y como buena coleccionista de cosas raras, las adoptó.
Finalmente sonrió al encontrar el objeto que andaba buscando, así que tras poner su vinilo favorito de Queen, se sentó en el sofá, encendió el cigarro y esperó a que los últimos minutos de la Tierra se consumieran.
Si te ha gustado, por favor compártelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario