Es mi último adiós a la persona que
me partió el corazón sin esperarmelo y que me hizo sentir como un
tiro atravesaba mi pecho al mismo tiempo que lanzaba un grito de
agonía silencioso.
Al recuerdo de
aquella noche que dejé de ser quien yo era para romperme en mil
pedazos porque no sabía que había hecho mal como persona.
No entendía porque hiciste ésto, a la
persona que abrazó tus imperfecciones y las convirtió en algo digno
de admirar. Estaba dispuesta a cerrar tus heridas y tragar tu propia
mierda para que vieras que no estabas solo
Esa era yo.
La que dejó su actitud independiente
en un segundo plano para poder depender de tu sonrisa. E incluso, hubiera
revivido con mi último aliento al mar muerto si me lo hubieras
pedido, pero en lugar de eso, preferiste que me muriese yo.
Por eso es mi último adiós a la
persona que hizo que mi vida se moviese como en una película
grabada en súper 8 a ritmo de una canción de George Harrison y porque por ti, inauguré un lago de agua salada en mi almohada cuando
tú ni siquiera estabas presente.