Hola soy yo... si otra vez. La pesada,
la que a veces utiliza tu recuerdo sin tu permiso. Hoy me he
levantado y quise dejarte un mensaje... Pero te prometo que será el
último.
Lo siento... ¿o eres tú el que tienes
que pedirme perdón? Hace tanto que se acabó que ya no sé ni como
fue nuestra despedida. Qué digo... si ni siquiera me acuerdo de algo
tan estúpido como si necesito o no comprar el pan, como me voy a
acordar de lo que pasó.
Bueno a lo que iba, hoy he mirado mi
cama hecha un amasijo de sábanas y mantas con olor a suavizante y me
he dado cuenta de una cosa. Ha recuperado su forma original, quiero
decir, que ya no me parece demasiado grande para una sola persona, si
no que ya ha recuperado el tamaño que tiene que tener una cama
individual. No sé si eso es bueno o malo, ni tampoco sé si era
bueno cuando me parecía un gran espacio infinito, cuando mi cuerpo
no sentía el contacto del tuyo.
También tenía la necesidad de decirte
que todo sigue igual. Los atardeceres son iguales de inspiradores, la
noches iguales de eternas y que las canciones románticas tienen el
mismo significado que cuando las escuchas sin alguien especial.
Por fin me veo con los suficientes
ovarios para poder preguntarte sobre la forma de tu rostro, si aún
conservas la manía de abrazar a alguien mientras duermes (como lo
odiaba en verano) o si sigues llorando por las injusticias del mundo.
No sé, como que amar esas pequeñas cosas eran las que marcaban la
diferencia entre conocerte y querer pasar mi vida contigo.
Y por último, antes de dejarte quiero
hacerte una pregunta, ¿piensas eso de que por amor no se muere?,
porque yo pienso que si. No en el sentido literal... si no que muere
la persona que eras cuando amabas a esa otra que creías tu mitad.
Vale, creo que me estoy volviendo otra
vez muy pesada y que ya va siendo hora de dejar tu recuerdo a un
lado... Pero déjame decirte una última cosa, fue un placer
conocerte, amarte, besarte, llorarte y superarte.