martes, 4 de noviembre de 2014

MÁQUINA DEL TIEMPO

Hola a todos los que leen mi blog. Como ya sabréis yo suelo subir por aquí mis relatos o cualquier cosa que se me ocurra. Pero por una vez me vais a permitir subir algo que no es mío.
Siempre me ha gustado ir a mercadillos para ir rescatando cosas que me llaman la atención o creo que pueden tener algún valor. Por eso cuando hace un año y algo tuve la suerte de viajar a Londres, no pude resistirme ir a Candem Town.
Allí entre miles de artículos como ropa, muebles y diversos objetos encontré un viejo diario de tapas marrones. En un principio me pareció muy curioso que comenzase con la 31 de Enero de 2025 para que en las últimas hojas del diario, terminase con la fecha del 28 de Diciembre de 1904. Inmediatamente después de ver las extrañas fechas, le pregunté al dependiente donde había encontrado el diario.
Él me respondió que lo descubrió en un pequeño apartamento en Baker Street, junto a un montón de cosas que no pertenecían a nadie y que en lugar de dejarlas abandonadas ahí, decidió ponerlas en la venta para que tuvieran una segunda oportunidad. En seguida mi imaginación se disparó y creé la idea en mi mente de que podría haber pertenecido a algún escritor de la época victoriana como R. L. Stevenson,  Arthur C. Doyle o James M. Barrie.
Sin pensarlo dos veces, pagué dos libras por aquel roñoso diario y tras llegar al lugar donde me hospedaba, me puse a ojear sus páginas llenas de humedad, con la esperanza de encontrar algún indicio de que hubiese pertenecido algún escritor famoso de la época. Pero tal fue mi decepción, que tras leer y releer cada una de sus páginas no encontré nada que demostrara a quién había pertenecido. Un tanto decepcionada lo guardé junto con mis cosas hasta hoy.
Ya en España y haciendo limpieza general por mi desastrosa habitación, encontré el viejo diario y he decido compartirlo con las pocas personas que leen mi blog.
31 de Enero de 2025
Hoy ha sido un día muy frío, había nevado durante toda la noche y nada más salir de mi pequeño apartamento, noté el frío aire recorriendo todo mi cuerpo y penetrando por mis huesos. Por suerte donde voy hay calefacción.
Apuro mi café descafeinado con nata y me adentro por las frías calles llena de nieve hasta llegar a un pequeño local. Llamo a la puerta y me abre mi mejor amiga, la cual tengo la suerte de conocer desde hace varios años. Cierro la puerta impidiendo que entre el frío y mi amiga se limita a observarme como me quito mi protección contra el frío que consiste en un abrigo, una bufanda y una par de guantes.
_ ¿Una taza de té?
Sonrío y enseguida sabe la respuesta. Eso es lo bueno de una amistad desde hace tantos años, que las palabras sobran. Ella calienta el agua y me sirve un té con dos terrones de azúcar.
_ ¿Y bien? _ Pregunto mientras soplo sobre la taza antes de comenzar a beber.
_ He corregido los fallos de la máquina y creo que ya no habrá problemas si decidimos volver a viajar en el tiempo.
El silencio vuelve a reinar entre nosotras y mi amiga decide coger su caja de herramientas mientras yo apuro mi taza de té antes de que se enfríe. Hace tiempo que ella y yo comenzamos a construir ese artefacto que nos permite viajar por el tiempo siguiendo las teorías de varios científicos y con un poco de suerte la tendremos para el concurso anual de inventos que se celebrará dentro de seis meses.
Estamos seguras que tanto tiempo de esfuerzo y dedicación no hará que solo ganemos una gran fortuna, sino que también, cerraremos la boca a todos esos científicos que se reían de nuestras teorías alegando, que un par de mujeres jamás conseguirían tal hazaña.
_ ¿Ya has decidido la época en la quieres viajar? _ Me pregunta mi amiga sin levantar la vista del motor.
_ Dado que la última vez que viajamos escogiste la segunda guerra mundial en Alemania, esta vez he decido escoger una época más tranquila. Así que viajaremos a finales del siglo XlX principios del XX.
_ De acuerdo _ Me responde mi amiga antes de ajustar una última tuerca_ Pero esta vez viajarás tú sola para evitar riesgos y en caso de que te ocurra algo podrás activar la señal de alarma desde el dispositivo instalado en la pulsera que llevas puesta y yo acudiré en tu ayuda.
Ante su respuesta no puedo evitar sonreír al recodar el riesgo que corrimos la primera vez que viajamos junta a la Alemania nazi cuando un grupo de oficiales nazis pensaron que éramos espías por nuestra extraña ropa del siglo XXI.
Mientras mi amiga vuelve a la máquina, yo me cambio de ropa. Opto por un vestido de color azul de la época victoriana, conjuntado con un pequeño bolso y en el que llevo dentro mi diario de anotaciones.
_ ¿Cómo estoy con mi ropa victoriana?
_ Como una perfecta dama de la época. Aunque no entiendo porque siempre tienes que llevar encima ese diario en el que siempre estás escribiendo.
_ ¿Y por qué no? Al fin es más seguro que cualquier dispositivo electrónico en donde nos estamos arriesgando a que nos roben la información.  Escribirlo en papel es mucho más seguro y además, si me ven alguna persona de esa época con un artilugio de esta época, ¿qué explicación podría darle?
_ Esta bien… tú ganas. ¿Está preparada?
Asiento con la cabeza mientras me introduzco en la máquina del tiempo, un viejo escarabajo negro reformado por nosotras. Preparo los últimos detalles, fijo la fecha y arranco el coche con un sonoro ruido.
_ Y recuerda que si estás en peligro, pulsar el botón de emergencias _ Me dice mi amiga en forma de despidida _ Que tengas un buen imagen.
Ante mí se forma una gran espiral de colores creando un vórtice que traga a la máquina conmigo dentro haciendo que en menos de un minuto llegue a la época victoriana.
Bajo de la máquina y veo a un pequeño niño vendiendo periódicos que me confirma que no ha habido error. Dejo el coche aparcado en un callejón oculto, lejos de la mirada de los habitantes victorianos y decido emprender mi camino.
Es un día soleado aunque no hace mucho calor. Me acerco con discreción al chico que vendía periódicos y con disimulo veo la fecha del periódico.
_ Domingo 25 de abril de 1900 _ Susurro en voz baja.
Sonrío al ver que la primera parte del viaje a salido tal y como esperaba. Comienzo a caminar entre una multitud despreocupada y aunque las calles estén cambiadas, me muevo como una ciudadana victoriana más.
Camino fascinada, prestando atención a todo lo que veo, mientras tengo la sensación de que por mucho que observe, jamás podré conseguir ver todo.
Deambulo por Oxford Street y casi sin darme cuenta llego a High Park. Está abarrotado de niños y de niñeras que empujan cochecitos de bebés, pues es un domingo primaveral y ninguna madre ha querido dejar pasar la oportunidad de un bonito día de juegos al aire libre. Recorro el parque, cruzo el puente que hay en el río Serpentine y llego a Kensington Gardens, un segundo parque más pequeño que pertenece a High Park.
Continúo con mi particular paseo, me detengo brevemente ante el monumento Royal Albert y pienso que no ha variado mucho de un siglo a otro. Sonrío y decido que ya va siendo hora de volver a mi tiempo cuando una conmovedora escena me detiene. Ante mi veo a un hombre adulto pero bastante bajo de estatura que juega con un San Bernardo y tres niños pequeños.
Lo reconozco al instante y una ola de admiración me recorre el cuerpo. Quiero acercarme a él y decirle lo mucho que lo admiro, pero por más que lo intento no puedo. Un gran miedo al ridículo hace que mis piernas no se muevan hacia él y que automáticamente se dirijan hacia la máquina del tiempo.
 A partir de aquí el diario se vuelve un tanto confuso debido a que el tiempo ha hecho de las suyas y las manchas de moho dificultan la lectura. Pero he podido recuperar la mayor parte del contenido aunque hay varias lagunas.

28 de Agosto de 2025
… al final hemos conseguido que nuestro proyecto esté listo para la feria de inventos que tendrá lugar en algunos días. ¡Estoy tan emocionada! Estoy segura de que ganaremos el primer primero y además  conseguiremos que la mujer tenga un papel más relevante en…
15 de Septiembre de 2025
Mañana por fin es el gran día. Estoy tan emocionada que casi no puedo pegar ojo. Al final hemos acordado que seré yo quien viaje al pasado y traiga una prueba de mi particular viaje y ya tengo decidido donde viajar y que traer.
18 de Septiembre de 2025
¡¡¡Ganamos!!! No hubo duda de que lo haríamos cuando vimos las miradas estupefactas del jurado cuando vieron el periódico con fecha de 1902 y ahora nuestros nombres pasaran a la historia, pero aún así me siento vacía…
25 de Octubre 2025
Nuestros problemas económicos se han acabado. Tras ganar el concurso, un empresario nos ofreció una gran cantidad de dinero por nuestro invento. Mi amiga ya ha pensado en que va invertir su parte del dinero… Por mi parte yo aún no tengo ni idea de lo que voy hacer con mi parte.
Quizás me compre una casa de estilo victoriana en Bloomsbury o quizás alguna que esté cerca de Hyde Park…
15 de Noviembre 2025
Ya lo he decidido, me voy de esta época. Hace unos días comenté lo triste que me sentía a pesar del éxito obtenido por mi experimento.
Estuve pensando la razón de mi estado de ánimo, hasta que la respuesta me llegó como un relámpago. Odio esta época.
Tan simple como eso. Odio como la tecnología ha acabado por distanciarnos los uno de los otros, convirtiéndonos en robots casi sin sentimientos, los cuales damos más importancia comprobar nuestros aparatos electrónicos antes de preguntar a una persona eso de ¿cómo está?... Por no hablar de las relaciones personales.
¿Dónde se han metido esas parejas que se declaraban amor eterno?... ahora el amor solo dura lo mismo que una aventura en la cama con un desconocido.
No… definitivamente necesito cambiar de época. Y por eso he decidido mudarme a finales del siglo XIX o principios de del XX. ¿Por cuánto tiempo?... Ni yo misma lo sé.
30 de Noviembre 2025/1904
Aunque mi mejor amiga no está de acuerdo del todo, finalmente ha comprendido mi postura. Así que tras hacerme algunos vestidos de la época y cambiar mi dinero por dinero de la época, he encendido la máquina del tiempo y ahora me encuentro aquí, en 1904.
Me he despojado del cualquier rastro del siglo XXI… menos de una pequeña pulsera electrónica que me permite con mi amiga en caso de que quiera volver. Ya va siendo hora de ser un poco más humana y dejar del lado los estúpidos artilugios de mi época que me estaba convirtiendo poco a poco en un robot.
7 de Diciembre de 1904
Apenas llevo viviendo aquí una semana y me siento como si hubiera vivido aquí toda mi vida.
Sé que sólo se llevan algo más de un siglo mi época y esta… pero siento como si me hubiera transportado a un mundo diferente. Esta época es demasiado distinta a la caótica que dejé atrás… ¿Pero sabes lo más curioso?, que me siento como si hubiera pertenecido aquí toda mi vida. Se acabó eso de vivir en un mundo en que los sentimientos se han dejado a un lado…
Por otro lado, me he comprado una pequeña casita al lado de Kengsintons Gardens y además he comprado una estrada para asistir a una obra de mi escritor favorito en el teatro. Estoy tan emocionada… se celebrará en el Duke of York  el 27 de este mes y no puedo esperar.
28 de Diciembre de 1904
Antes de redactar lo que fue para mí la que fue la noche más emocionante de mi vida, te advierto que he decidido dejar de escribir este diario porque ya no tiene sentido redactar cualquier avance en mis estudios, pues también he abandonado la idea de volver a mi época.
Después de esta noche, he comprendido que lo que realmente quiero es dejarme llevar por la magia de este siglo y olvidar el caótico siglo que dejé atrás. Sé que mi mejor amiga se enfadará conmigo, pero sé que me entenderá cuando hable conmigo y le exponga mis razones.
Una vez explicado esto, comenzaré por redactar la noche que ha cambiado mi vida para siempre.
La noche pasada, estaba el teatro Duke of York completamente abarrotado. Tantos niños como adultos estaban expectantes por presenciar la nueva obra de teatro, la cual se había llevado la producción con tanto secreto que todos los asistentes pensaron que estaban a punto de presenciar un gran acontecimiento. Afortunadamente yo como viajera del futuro, sabía perfectamente lo que sucedería… pero aún así estaba emocionada.
De repente las luces se apagaron, el telón se abrió y la obra comenzó (…) Durante el último acto no pude evitar llorar de la emoción cuando la actriz Nina Boucicault gritó: Por favor si creéis en las hadas aplaudid.
En ese momento, sentí como formé parte de la historia al ver como la fina barrera que se interponía entre el escenario y el público se rompía por primera vez al oír los interminables aplausos que hubo en forma de respuesta…
Pero la noche no terminó aquí, es más, lo mejor estaba por llegar. Como es habitual en los días de estreno y después de que finalizara la obra, se hizo una peque recepción en el teatro,  para felicitar a los actores y al autor de la obra.
La sala estaba abarrotada. Nadie se quería ir sin felicitar primero al pequeño hombre que había escrito la obra. Por mi parte opté por contemplarlo desde un segundo plano, pues sentía una horrible vergüenza cuando quería acercarme a él.
Me resulto extraño que aquel hombre que observé el primer día de mi viaje jugando con niños, ahora se mostraba tan tímido… como si sintiera que no pertenecía a ese extraño mundo en las que las personas se creen que tienen derecho de hacer lo que quieran sólo porque son adultos. (…) A lo largo de la noche no para de lloverle las alabanzas y casi no puede dar un paso sin que otra persona del público le estreche su mano o le diga lo mucho que le ha gustado su obra.
Yo mientras tato permanezco oculta, sin llamar la atención recordando la primera vez que leí un libro de él cuando apenas era una niña (…) Quiero felicitarle y decirle lo mucho que me gusta sus obras, pero no me atrevo.
Poco a poco la sala del teatro se va quedando vacía y solo quedan los actores, el autor y algunos asistentes (…) Y finalmente, después de muchos intentos mis pies se acercan a él. Para ser un hombre es más bajo que yo pero no me importa (nadie dijo que los grandes hombres de la historia fuesen altos).  Mientras me acerco con cautela, voy recodando lo mucho que sus libros me acompañaron en mis momentos de soledad y la gran cantidad de tiempo que pasé imaginando este momento los cuales fueron una motivación para crear la máquina del tiempo.
Llego hacia donde esta él y se percata de mi presencia. Se gira levemente hacia donde estoy. Tiene una mirada un tanto confusa, pues no se esperaba encontrarse con una mujer de mediana edad con los ojos llenos de lágrimas por la emoción. Finalmente me pregunta:
_ ¿Se encuentra usted bien?... ¿No le ha gustado mi obra?
Y es justo en ese momento cuando no puedo contenerme y termino por abrazarlo. Por más que quise, no pude evitar ese momento… siempre he sido una sentimental. Antes de que alguien se percate de lo que estoy haciendo le susurro un gracias por todo y salgo de allí corriendo, dejándolo aún más confundido.
Pero lo más sorprendente fue, que cuando esta mañana compré el periódico, vi en una de las páginas una fotografía mía abrazando al autor de la obra (…)

Y hasta aquí la curiosa historia que encontré en el viejo diario y que he decidido subir al blog. Antes de acabar cabe mencionar que entre las páginas encontré una hoja de periódico con la fotografía que se menciona anteriormente… Pero lo más raro de todo fue que al observar mejor la fotografía, la chica la cual abraza al escritor de la obra se parece bastante a mí.