miércoles, 19 de marzo de 2014

JULIA WHITE


Julia, aquella chica de pelo color pelirrojo y de ojos marrones, cerró una última vez el libro que estaba leyendo. Lo había leído unas cinco veces, pero aun así no se cansaba, pues para ella leer un libro era como abrir una puerta a otros mundos. Miró el reloj que descansaba en su mesita de noche y se dio cuenta que solo quedaba quince minutos para que empezara las clases.
Desayunó rápido, cogió su vieja mochila de color azul y velozmente se dirigió a la puerta. Al pasar por la cocina se encontró a su abuelo, un viejo gruñón que era el único familiar vivo que le quedaba y que aquel momento se encontraba leyendo The Times mientras bebía a pequeños sorbos su café con leche.
_ Adiós abuelo, me voy al instituto.
_ ¿Acaso crees que me importa lo que hagas? _ Gruñó desde la cocina _ Aunque en realidad no sé porque te molestas en ir, si no sirves para nada.
_ Buenos días para ti también, querido abuelo.
Julia cerró la puerta tras de sí y comenzó a andar a paso ligero hacia su instituto, el cual se encontraba a poco más de diez minutos. Quedaba menos de un mes para que empezase oficialmente la primavera, pero aun así el frío invernal de Inglaterra se hacía notar, sobre todo a primera hora de la mañana. Julia miró su reloj y comprobó que solo quedaba cinco minutos para que empezase las clases.
_ Mierda, voy a llegar tarde.
_ ¡Ey Julia!... ¿te has vuelto a quedar leyendo hasta tarde?
Julia se giró para comprobar quien la había llamado y se encontró con su primer y único amigo que tenía.
_ Buenos días Peter. El problema no es que me haya quedado hasta tarde leyendo, el problema es que las clases empiezan demasiado temprano.
_ Ambos sabemos que aunque las clases comenzasen a las doce del mediodía, llegarías tarde… pero eso forma parte de tu encanto, pelirroja. Por cierto feliz diecisiete cumpleaños.
_ Te has acordado_ Sonrió Julia.
_ ¿Cómo se me iba olvidar el cumpleaños de mi mejor amiga?... Aunque no he podido comprarte nada, ya sabes la economía de un chico de diecisiete años no es muy grande.
_ No hacía falta que me regalases nada. Al contrario, con que te hayas acordado de mi cumpleaños es suficiente. 
_ Eso me suena a que tu abuelo no te ha felicitado. ¿Me equivoco?.
_ Para nada, es más lo más bonito que me ha dicho hoy es su típica frase de “no sirves para nada”.
_ Julia deberías denunciarlo, no es normal que te dejes insultar de esa manera por no hablar de las palizas que recibes por parte de él.
_ Ya hemos hablado de esto Peter, no puedo denunciarlo… él es mi abuelo y el único familiar vivo que me queda y si lo denuncio, ¿a dónde iré?... No pienso ponerme en mano de una asistente social hasta que cumpla los dieciocho. Además dentro de poco me iré a la universidad
_ Pero ¿y si te pasa algo antes de que vayas a la universidad?, ¿y si por un mal golpe acabas en el hospital?
_ No te preocupes, estaré bien.
La campana del instituto sonó, anunciando que las clases acababan de comenzar. Julia y Peter se apresuraron en entrar corriendo en el instituto.
_ Te veo luego, Peter.
Un grupo de chicas que estaban en la puerta miraron a Julia de reojo y comenzaron a reírse de ellas e incluso Julia pudo oír claramente como una de ellas la llamaba friki, pero como siempre la chica pelirroja aprendió a ignorar los insultos que sus compañeros de instituto le dedicaban.
El resto del día trascurrió como un día normal y cuando el instituto acabó, julia se dirigió a la salida, donde su fiel amigo Peter la estaba esperando.
_ Por fin apareces Julia, pensé que te habías ido a Narnia, por cierto ¿qué tal tu examen de historia contemporánea?
_ Creo que bien aunque no tan bien como el de matemáticas.
El resto del camino lo pasaron hablando sobre los exámenes y los trabajos que tenían que entregar hasta que llegaron a la esquina de la calle y Julia se despidió de su amigo para después regresar a su casa en silencio. Cuando estuvo a punto de abrir la puerta de su casa, se percató de la presencia de su vecina.
_ Hola señora Smith.
_ Hola Julia, ya sabes que puedes llamarme Agatha. ¿te apetece entrar y tomar un té conmigo? Ya sé que no es un buen regalo de cumpleaños pero…
_ ¿Se ha acordado de mi cumpleaños ?. _ La interrumpió Julia abriendo mucho los ojos.
_ Te conozco desde que estabas en la barriga de tu madre… sería muy tonto de mi parte olvidar tu cumpleaños. Por favor pasa y concédeme el honor de tomar un te conmigo.
Julia sonrió y se fue a la casa de de la señora Smith. Una vez allí la amable vecina, le sirvió una taza de té con leche y algunas pastas de chocolate que julia devoraba.
_ Come más despacio o te atragantarás.
_ Lo siento mucho pero no puedo entretenerme mucho, ya sabes como es mi abuelo.
_ Lo sé de sobra, mi marido ha tenido varios enfrentamientos a consecuencia del mal carácter que tiene tu abuelo. Por cierto, ¿todo bien?, ¿cómo es la convivencia con él ?.
_ Bastante buena.
_ ¿Segura?, el otro día os escuché discutir y también oí algunos golpes.
_ En serio, todo está bastante bien entre nosotros. _ Respondió Julia mientras miraba la hora en su reloj _ Se me ha hecho un poco tarde y tengo que volver para estudiar.
_ Está bien, ya sabes que puede volver cuando quieras… Por cierto una última cosa, ¿tienes amigos en el instituto?.
_ Sólo tengo uno, puede que lo hayas visto acompañarme a mi casa alguna que otra vez, pero es el mejor amigo que se puede tener. 
Julia se despidió una última vez de la señora Smith antes de regresar a su casa. Suspiró y contó hasta diez antes de abrir la puerta para encontrarse con su abuelo que la miraba con cara de pocos amigos.
_ Julia White, ¿dónde diablos te has metido?. Niñata malcriada siempre desobedeciendo mis normas.
_ Lo siento, pero la señora Smith me invitó a un té por mi cumpleaños y…
_ ¡Silencio!... ¿no te he dicho yo muchas veces que no hables con la vecina?.¡ Esa horrible mujer siempre metiendo las narices donde no le conviene y encima vas a su casa y te tomas un té con ella en vez de hacerme caso!... ¡Eres una desagradecida, si no fueras por mi estarías en un horrible orfanato!.
_ ¡Y si tú fueras mejor persona te hubieras acordado de que hoy es mi cumpleaños!
Inmediatamente después de haber dicho eso, Julia se llevó la mano a la boca. No quería haber dicho eso pero ya era demasiado tarde, había despertado al monstruo. Su abuelo la comenzó a mirarla con más odio y antes de que se diera cuenta le dio una bofetada en la cara haciendo que algunas lágrimas rodaran por sus mejillas. Pero no contento con eso, el hombre que decía ser abuelo, cogió su viejo bastón de madera y comenzó a golpearla repetidas veces, hasta que se dio por satisfecho.
_ Y que sea la última vez que me replicas, jodida niña del infierno.
Con cierta dificultad, Julia se levantó del suelo y se dirigió a su habitación, un pequeño cuarto con una cama y que contenía sus escasas pertenencias. Se quitó el jersey para ver los numerosos moratones que su abuelo la había hecho en la espalda. Suspiró dolorida, esta vez su abuelo se había pasado con ella. Volvió a cubrir sus moratones con su jersey y entre sus pertenencias buscó un viejo vinilo de los Beatles que había pertenecido a su padre, lo puso en su tocadiscos y se sentó junto a la ventana, contemplando como poco a poco el sol descendía.
En aquel momento la canción Julia compuesta por John Lennon estaba sonando y no pudo evitar acordase de su padre, pues gracias a esa canción su padre decidió bautizarla de esa manera. En el cielo comenzaba asomarse tímidamente las primeras estrellas y se preguntó porque ella no podía vivir una aventura como los personajes de los libros que solía leer. Una ventura que la rescatara lejos de su abuelo para siempre.
Tristemente, la chica pelirroja y de ojos marrones suspiró otra vez, lamentándose por tener que vivir una vida de lo más normal.
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