viernes, 14 de febrero de 2014

LAURA WOODS (ESPECIAL SAN VALENTÍN)

Fue esos electrizantes ojos azules lo que hizo que Laura Woods, una estudiante de medicina, se estremeciera. Ella como era habitual, había tenido otros novios anteriormente, pero se podría decir que nunca había sentido nada parecido por algunos de ellos.
A lo mejor, pensó, que la pequeña descarga que sintió en su espina dorsal era un claro ejemplo de eso que las personas llamaban amor a primera vista. Suspiró y se entristeció al saber que su primera clase de anatomía había acabado por ese día y no volvería a ver ese chico hasta la clase siguiente.
El tiempo que transcurrió hasta que volvió a ver a su amado, pasó demasiado lento para ella, sintiéndose como un naufrago perdido en una isla desierta esperando a que un barco lo rescatara. Pero por fin la ansiada clase apareció, rescatándola de su particular naufragio.
Y allí estaba él, con esos particulares ojos azules y esos pelos revueltos de color azabache. Y volvió a sentir esa corriente recorrerle la espalda, sitiéndose la chica más afortunada del mundo, pues parecía que ninguna de sus compañeras se había percatado de aquel chico que hacía que su corazón se desbocara.
Los días que no coincidía con él en las demás clases, se le hacían eternos y parecía como si le faltase el órgano más importante de su cuerpo. Pues Laura comprendió, que podría vivir sin un pulmón o un riñón, pero no podía vivir sin un corazón que bombease sangre. Y el culpable de que sintiera ese vacío tenía nombre y apellidos.
Michael Jonas, o como era apodado por sus compañeros, Mike. Él era el causante de toda esa nueva ola de sentimientos que sentía Laura cada vez que lo veía y también era el causante de que la chica estuviera melancólica y cabizbaja, al creer que él no sentía lo mismo que ella, ya que nunca se molestó en dedicarle una sonrisa... ni siquiera en dedicarle una mirada.
Hasta que llego el día en que esos grandes y profundos ojos azules se tropezaron por accidente con los ojos marrones de Laura, haciendo que la corriente eléctrica se expandiera por todo su cuerpo y erizara el pelo de la nuca. Y supo que aquel chico era el chico de sus sueños.
Horas más tarde y aún con la mirada que le dedicó Mike en la mente, llegó al piso que compartía con algunas chicas, pero por una vez el piso se encontraba vacío. Aprovechando que tenía la vivienda para ella sola, decidió recompensar sus largas horas de estudio con un buen baño caliente. Llenó la bañera hasta arriba y se introdujo en el agua caliente. Pero a pesar de sentirse relajada no estaba tranquila.
Había algo que impedía que no se relajase del todo. Un par de orbes azules era lo que causaba su intranquilidad y su nerviosismo impidiendo que disfrutara de su baño. Algo frustrada, decidió dar por terminado el baño por ese día para después tumbarse en su cama vestida sólo con un albornoz de color azul.
Azul... ese jodido color que había decido permanecer en su mente impidiendo que pensara con claridad. Con un gran suspiro, comenzó ha acariciarse su miembro femenino, jugueteando con su clítoris divertida mientras no dejaba de pensar en Mike. Cansada de hacer lo mismo durante cinco minutos, decidió explorar más su cuerpo y se introdujo su dedo índice dentro de su vagina, pero como no le pareció suficiente placer, se introdujo un segundo dedo y después un tercero. Laura gemía pensando en su amado mientras movía sus dedos frenéticamente a la par que su cuerpo, el cual estaba excitado de una manera que nunca antes había estado al imaginarse a un invisible Mike, besando sus labios.
Ya no importaba nada, ni siquiera el sonido del vecino aporreando la pared y pidiendo que por favor pararan porque el sonido de los muelles del colchón traspasaba la pared. No, lo único que le importaba a Laura era esos ojos azules como el hielo que hacían que sus pezones se endurecieran y su vagina reclamase por se invadida por el miembro de Mike.
Y como si todos los dioses hubieran escuchado las plegaría de Laura, llego el día en que su deseo se cumplió. Una fría tarde de Diciembre en la que la lluvia no paraba y amenazaba con permanecer durante mucho tiempo, a Laura se le perdió su agenda.
La chica desesperada, recorrió toda su habitación y todo el piso en busca de ésta, hasta que haciendo memoria lo recordó. Ese día había tenido clases de anatomía en la universidad y tras despistarse al observar al chico de su sueños, olvidó guardar otra vez su agenda en su bolso con los demás libros.
Por suerte para ella, la universidad seguía abierta por la tarde y como todavía no había oscurecido del todo decidió ir a por ella. El cielo estaba gris y una tormenta amenazaba con aparecer de un momento a otro, así que decidió caminar con paso ligero para no tener que mojarse en el camino de vuelta. Entro en una casi desierta universidad, cruzándose solo con dos o tres profesores que la saludaban con amabilidad de camino al aula de anatomía.
Por fin llegó al aula mientras un trueno sonó afuera anunciando la tormenta. Tenía que darse prisa si no quería que la tormenta la sorprendiese. Por suerte para ella, su agenda estaba donde la dejó olvidada, encima de la mesa que se encontraba junto a la cámara frigorífica. Se apresuró en guardar su agenda para salir de allí cuanto antes, pero no pudo.
Las grandes orbes azules de Mike se encontraba en el aula, observando en silencio todo lo que hacía ella. Ella se mordió el labio inferior intentando esquivar esa mirada, en un intento frustrado de poder librarse de él. E incluso se intentó convencer que aquello no estaba bien, que no podía besar a un chico que apenas conocía. Pero por mas que lo intentó, al final el deseo de la lujuria se apoderó de ella. Y sin poder evitarlo durante más tiempo, se abalanzó hacia él, besando su finos labios, jugando con su lengua y haciendo que la corriente se volviera a expandir pero mucho más intensamente que en las otras ocasiones.
Laura guió a su amado hacia la camilla metálica que había en el aula, haciendo que éste se tumbara permaneciendo a la merced de ella. Afuera se desencadenó una fuerte tormenta que hacía que los cristales del aula retumbara, pero no importaba. Ya nada tenía sentido para la chica, la cual no paraba de besar esos labios que tanto había anhelado, parándose sólo para coger aire.
Pronto la ropa se convirtió en algo innecesario, una barrera que impedía el contacto de ambos cuerpos y que pronto acabó esparcida por el suelo. Tímidamente comenzó a acariciar el torso desnudo de Mike. Comenzando por la parte superior del pecho, para después hacer un recorrido con sus manos por sus pezones, su abdomen hasta llegar a su miembro, sintiendo su pálida piel bajo el tacto de sus manos.
Y fue en ese momento, mientras sostenía entre sus manos el miembro de Mike, cuando se percató que jamás había llegado tan lejos con un chico. Laura lanzó una mirada interrogativa hacia los ojos azules de su oponente y éstos le devolvió una respuesta afirmativa. La chica comenzó a masajear el miembro con un movimiento rítmico mientras Mike enterraba su rostro entre los pechos de su amada.
En el exterior, la fuerza de la tormenta aumentó, haciendo que unos de los cristales de la ventana se partiera al recibir el impacto de una rama. Pero para Laura, el estruendo producido por el crujir de los cristales, no era más que un simple sonido que formaba parte de la banda sonora de la película que estaba viviendo con su amado. Celosa de que sólo sus manos estaban disfrutando, guió con dulzura la suave mano del chico hacia su vagina, haciendo que por puro instinto, explorara el interior de ésta.
Laura gemía de placer, mucho más fuerte que la vez que se masturbó pensando en él, sintiendo la calidez de sus dedos penetrar dentro de ella mientras se dejaba llevar por nuevos sentimientos que nunca antes había experimentado hasta que supo que ya había llegado el momento de librarse de esa pesada carga llamada virginidad.
Anteriormente, siempre había rechazado la propuesta de perder su virginidad con algunos de sus ex-novios porque nunca estuvo segura, pero esta vez no había sitio para la duda. Siempre supo desde que vio esos ojos azules, que él sería el elegido para entregarle su virginidad y ahora, estaba preparada para fundirse con Mike y ser uno sólo. Con gran timidez pero a la vez con algo de enfado por tener que retirar los dedos de su amado, Laura dejó que su vagina pudiera cumplir el deseo de ser invadida por el pene de Mike. Sintió un dolor agudo dentro de ella, pero no importó pues al final tenía lo que había deseado desde hace meses. Al primer movimiento, lo siguió un segundo y después un tercero, formando un rítmico baile que sólo ellos dos entendían. Y lo que comenzó como un simple capricho, pronto se convirtió en pura necesidad.
Los dos amantes siguieron con su particular juego, sin percatarse del sonido de las pisadas de un profesor, el cual junto con un pequeño grupo de alumnos se disponía a dar una clase de temática avanzada sobre anatomía. Sin sospechar nada de lo que estaba sucediendo en el aula, el profesor abrió la puerta despreocupadamente justo en el momento en que Laura estaba llegando al orgasmo.
Tanto él como los alumnos quedaron horrorizados al contemplar la escena que se estaba desarrollando ante ellos. Laura una alumna de primer año de medicina estaba teniendo sexo con Mike... o lo que quedaba de él. Pues Michael Jonas había sido un brillante alumno de la universidad, que desgraciadamente contrajo una extraña enfermedad en el hígado provocándole la muerte. Un alumno que amaba tanto la medicina, que pidió como última voluntad donar su cuerpo una vez muerto, a la facultad de medicina, para que los futuros alumnos estudiasen la extraña enfermedad que lo llevó a la muerte. Pero lo que nunca sospechó Mike, es que después de muerto, le robaría el corazón a la perturbada de Laura Woods.

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1 comentario:

  1. Oh, algo clasificacion C, es una historia interesante, pero lo que mas me gusto es la narracion, fluida y atrapante, perfecta *0*. Me dio pena la muerte de mike :(, sigue asi :D

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